MAQUETAS & MOLDES

En sus inicios como escultor, en un periodo comprendido entre los años 1989 y 1994 Manuel Fuentes Lázaro, archivaba gráficamente su obra mediante la fotografía, estudiaba la fuerza del volumen y su interacción con el entorno. Con la mirada ingenua de un aprendiz y la pasión desmesurada del artista, visualizaba su trabajo, distintos encuadres, puntos de vista y ángulos con los que iba construyendo el espacio.
Seleccionaba, descartaba, deconstruía, volvía a construir, como si de bocetos se trataran, y de una forma impulsiva y alejada del a modo de apuntes, iba conformando una realidad a través de lo imaginado.

“El velo. Lo complicado es romper el velo. Puede sonar a tópico, pero en el arte como en otros órdenes de la vida se interpone un velo de niebla que nos oculta nuestras propias posibilidades. Unos lo rompen antes, otros, nunca y, otros tenemos la suerte de conseguirlo en un momento determinado. Quienes consiguen traspasarlo avistan nuevos horizontes. En mi caso, empecé a intuir las variadas formas del universo. Las combinaciones geométricas que se mueven entre las esferas a la espera de que alguien las dé forma».

Manuel Fuentes Lázaro partía de la geometría para representar una idea. Su proceso de creación escultórico era muy metódico, realizaba maquetas, que posteriormente materializaba a escala. Como si de un juego de niños se tratara, el escultor partía de los conceptos para estudiar el volumen. A través de espacios, ventanas, cambios de luces, sombras y giros volumétricos iba construyendo el trazo de sus obras.

En 1994 comenzó a realizar piezas en bronce. Un acabado elegante que sin duda le hizo ganarse el reconocimiento de la crítica de entonces. Este proceso requería de la construcción inicial de un molde para posteriormente llevarlo a fundir. Maquetas y moldes que nos ayudan a entender un poco más ese proceso evolutivo de creación, el nacimiento de esa idea inicial, de ese concepto, su desarrollo y finalización. 

“Directamente sobre el hierro intentaba plasmar las figuraciones que solo yo veía. En otras ocasiones construía bocetos, pequeños ensayos que dejaba perfilados para cuando tuviera tiempo. ¡Ah, el tiempo! Tiempo es lo que me ha faltado. Un tiempo con el que yo contaba, cuando me jubilé. Realizaría cuánto no había hecho en los años anteriores. No podía prever las trampas de ese mismo tiempo, sus maquinaciones traicioneras.”